Por: Daniel Zamora
La Reserva de la Biosfera el Pinacate y Gran Desierto de Altar está conformada por ecosistemas que son el hogar de distintas especies endémicas tales como el lagarto cola plana (Phrynosoma mcallii) en las dunas bajas, el pez pupo (Cyprinodon eremus) y la tortuga de casquito de Sonoyta (Kinosternon sonoriense longifemorale) en el sitio Ramsar Agua Dulce, y por supuesto el berrendo sonorense (Antilocapra americana sonoriensis). La imagen del berrendo sonorense aparece orgullosamente en el logo de la reserva, su nombre desafortunadamente aparece en la NOM-059 de especies amenazadas. Para conocer el estado de conservación esta especie se realizan dos tipos de monitoreo: sobrevuelo y colocación de cámaras trampa. El sobrevuelo se realiza cada año en conjunto con Arizona Game and Fish, National Park Service, Organ Pipe National Monument y CEDES. Este monitoreo consiste en varios días de vuelo en avioneta y permite conocer la densidad y ubicación de sus poblaciones. El monitoreo con cámaras trampa permite conocer más de cerca a los individuos que forman cada grupo, su edad y algunos de sus hábitos de alimentación. Hablar de monitoreo de berrendo sonorense nos lleva a hablar al M.C. Miguel Grageda, quien desde sus inicios como parte del equipo de esta ANP ha aportado valiosos datos y fotografías únicas gracias a su incansable trabajo para la conservación de esta especie. Actualmente Miguel realiza una investigación para conocer el efecto de caminos y carreteras en las poblaciones de berrendo en la reserva y para ello ha colocado cámaras trampa en distintas zonas donde existen cruces carreteros o de caminos rurales.
Hoy acompañaré a Miguel a revisar 12 de las 81 cámaras, que tiene distribuidas en 27 transectos en el área de distribución de berrendo dentro de la reserva. A la zona que nos dirigimos se encuentra cerca de una zona donde se ubica el primer transecto, pero para llegar ahí tendremos que conducir 30 minutos aproximadamente. El gps marca el punto del primer yl a primer cámara está justo al lado del camino, la segunda a 750 m y la tercera a 1500 m.
Las cámaras se colocan atadas a la vegetación disponible como chollas o sahuaros, también pueden colocarse sobre unos postes de metal que se entierran en el suelo. La orientación de la cámara se decide en base a caminatas previas donde se buscan caminos de fauna. Las cámaras trampa tienen una carcasa resistente al calor, polvo, agua y cuentan con un sensor de movimiento y luz infra roja para obtener buenas imágenes en la oscuridad de la noche.
Comenzamos revisando las baterías, después retiramos la tarjeta de memoria y colocamos una vacía para finalmente probar su funcionamiento y ajustarla. Llegamos a la siguiente cámara, está colocada sobre el tronco de un árbol caído. La cámara esta casi por caer, al parecer fue movida por alguna vaca que se rascó en ese tronco. Revisamos baterías, memoria y aseguramos muy bien la cámara de nuevo por si regresa la vaca. Al ser los primeros días de junio la temperatura se eleva cada hora, debemos darnos prisa. Finalizamos el recorrido por el primer transecto y regresamos al vehículo para dirigirnos al siguiente. Una vez ahí, comenzamos la segunda parte de la caminata siguiendo el rastro de un apenas perceptible camino de fauna para llegar a las siguientes cámaras. En el trayecto encontramos excretas de berrendo, aún están húmedas en el interior, lo que indica que no hace mucho algunos berrendos pasaron por este lugar. El entorno es un llanura semidesértica donde predominan las chollas, aquí los berrendos podrían camuflarse fácilmente; los brotes de las chollas son su alimento además de hierbas y pequeños arbustos. El berrendo es muy nervioso y se mantiene alejado de la presencia humana y de ruidos no habituales como los autos en carretera que han fragmentado su hábitat limitando la zona de desplazamiento.
Para ver al berrendo hay que estar muy atento y tener mucha suerte, tal vez eso le dio el sobrenombre de “el fantasma de la pradera”. El berrendo es el segundo mamífero mas rápido del mundo registrando una velocidad máxima de hasta 96 km/h. Esta velocidad y su capacidad de camuflarse son su única defensa ante depredadores.
Iniciamos el último transecto casi a las 2 de la tarde, la temperatura ha subido a unos 38 grados. Una de las cámaras está dañada, Miguel me cuenta que no es la primera vez que pasa, al menos 4 cámaras han sido dañadas por un pequeño habitante de este desierto cuya imagen fue captada por la misma cámara mientras picoteaba una delgada película plástica que cubre el sensor de movimiento, el culpable: un pájaro carpintero. Miguel aún no sabe que es lo que lleva a estas aves a picotear esa parte de la cámara en particular, la única que puede dañarse. Afortunadamente traemos una de repuesto y mientras la colocamos escuchamos al ave rondar la zona, esperemos no ocurra de nuevo.
Finalmente revisamos las 12 cámaras de la zona esperando haber obtenido buenas imágenes de los berrendos. Aún faltan 69 cámaras en 23 zonas, lo que toma 15 días de trabajo en campo. 6 meses después habrá que revisarlas de nuevo en busca de haber obtenido información. Estas acciones requieren mucho esfuerzo, dedicación y compromiso y Miguel cumple con estas cualidades con el propósito de obtener datos que ayuden para la toma de decisiones en la conservación del berrendo sonorense y su hábitat dentro de esta área natural protegida.
Estas son algunas de las imágenes obtenidas por las cámaras